Con la misma emoción que sentí en abril de 1983 cuando empezaba el primer grado, (ya sé, ya sé... estoy vieja!) así llegó mi primer día de clases. Había esperado tanto que cuando lo llamaron a André para avisarle que podía empezar este semestre salté como si me hubiera ganado la Tinka, bueno, fue más como si tuviera 4 aciertos, pero el punto es que estaba feliz porque eso significaba que no tenía que esperar hasta septiembre para empezar. Necesito aprender noruego pero YA!
Pero primero lo primero, a comprar un cuaderno y por más que busqué no encontré mi añorado lápiz Mongol No. 2 , así que me tuve que conformar con un portaminas, en fin, nada es perfecto.
Mi mochila estaba lista con lo básico: lapiceros, portaminas y un cuaderno con mil colores como para no aburrirme y de aquí a un mes no comprar uno nuevo. Me conozco.
Ese día me desperté antes de que sonará la alarma e inmediatamente empecé a dejar todo listo con la velocidad de las correteaderas al final del show de Benny Hill y aunque terminé todo media hora antes, incluyendo 3 hojas explicándole a André como preparar el cereal de arroz para Christa, aun así... me dejó el bus!!! Estos señores tienen el reloj 4 minutos adelantados y en este cronometrado país esto puede causar graves problemas a los pobre incautos como yo, que no tienen la menor idea. Ahora salgo 10 minutos antes!
La cosa es que llegué y con tiempo suficiente como para pedirle a la secretaria que me guíara hasta el salón. Los pasillos estaban llenos de gente de todos los colores y tamaños, me sentí como en una especie de submundo comparándolo con la blanca y extremadamente rubia Noruega, pero definitivamente se sentía un clima más familiar.
El shock vino cuando después de dar ocho vueltas por el mismo piso, encontré la puerta número 30. Me quedé paralizada por unos segundos al entrar y ver que el salón estaba dividido, de la mitad a la izquierda estaban sentados los "blancos" y de la mitad a la derecha estaban sentados los de "color". No lo podía creer! Qué a estas alturas siga habiendo gente racista y prejuiciosa me parece de lo peor. Estaba en pleno dilema ...y ahora, en donde me siento??? Y como me falta playa no me ubicaba en ninguno de los dos bandos y hasta pensé que sentarme al medio sería una buena opción. Pero se me ocurrió algo mejor. Caminé por el lado de los "blancos" como buscando alguien cool con quien sentarme y me pasé de largo hasta llegar al lado de los que ahora son mis amigos los "chocolatitos".
Después de unos cuantos minutos mi hígado se calmó de la cólera que me trajo ver tal escena, porque por prejuiciosos muchos se pueden perder de conocer a gente muy interesante, pero en cambio yo gané 7 amigos africanos que me dieron una clase de geografía que me hubiera gustado tener cuando estaba en el colegio. Aprendí sobre Somalia, Gambia, Tanzania, Eritrea y Burundi en tiempo récord y lo más importante fue recordar que "El que no Tiene de Dingo, Tiene de Mandingo", por eso desde ahora de la mitad... a la derecha!
Pero primero lo primero, a comprar un cuaderno y por más que busqué no encontré mi añorado lápiz Mongol No. 2 , así que me tuve que conformar con un portaminas, en fin, nada es perfecto.
Mi mochila estaba lista con lo básico: lapiceros, portaminas y un cuaderno con mil colores como para no aburrirme y de aquí a un mes no comprar uno nuevo. Me conozco.
Ese día me desperté antes de que sonará la alarma e inmediatamente empecé a dejar todo listo con la velocidad de las correteaderas al final del show de Benny Hill y aunque terminé todo media hora antes, incluyendo 3 hojas explicándole a André como preparar el cereal de arroz para Christa, aun así... me dejó el bus!!! Estos señores tienen el reloj 4 minutos adelantados y en este cronometrado país esto puede causar graves problemas a los pobre incautos como yo, que no tienen la menor idea. Ahora salgo 10 minutos antes!
La cosa es que llegué y con tiempo suficiente como para pedirle a la secretaria que me guíara hasta el salón. Los pasillos estaban llenos de gente de todos los colores y tamaños, me sentí como en una especie de submundo comparándolo con la blanca y extremadamente rubia Noruega, pero definitivamente se sentía un clima más familiar.
El shock vino cuando después de dar ocho vueltas por el mismo piso, encontré la puerta número 30. Me quedé paralizada por unos segundos al entrar y ver que el salón estaba dividido, de la mitad a la izquierda estaban sentados los "blancos" y de la mitad a la derecha estaban sentados los de "color". No lo podía creer! Qué a estas alturas siga habiendo gente racista y prejuiciosa me parece de lo peor. Estaba en pleno dilema ...y ahora, en donde me siento??? Y como me falta playa no me ubicaba en ninguno de los dos bandos y hasta pensé que sentarme al medio sería una buena opción. Pero se me ocurrió algo mejor. Caminé por el lado de los "blancos" como buscando alguien cool con quien sentarme y me pasé de largo hasta llegar al lado de los que ahora son mis amigos los "chocolatitos".
Después de unos cuantos minutos mi hígado se calmó de la cólera que me trajo ver tal escena, porque por prejuiciosos muchos se pueden perder de conocer a gente muy interesante, pero en cambio yo gané 7 amigos africanos que me dieron una clase de geografía que me hubiera gustado tener cuando estaba en el colegio. Aprendí sobre Somalia, Gambia, Tanzania, Eritrea y Burundi en tiempo récord y lo más importante fue recordar que "El que no Tiene de Dingo, Tiene de Mandingo", por eso desde ahora de la mitad... a la derecha!